En este artículo, vamos a hablar sobre la fundación de la Iglesia. Después de la historia de la salvación, comienza la historia de la Iglesia con la llegada de nuestro Señor Jesucristo a la tierra. En el Credo, se menciona brevemente la figura de Jesucristo, pero en este artículo nos enfocaremos en su papel en la fundación de la Iglesia.
La Convocatoria de los Doce Discípulos
Uno de los primeros actos de Jesús en su vida pública fue convocar a doce discípulos. Estos doce discípulos tienen un paralelo con las doce tribus de Israel en el Antiguo Testamento. Esto no es una coincidencia, ya que Jesús está llamando a un nuevo pueblo de Dios, el cual se convierte en la Iglesia. El término «Iglesia» se deriva del griego «ecclesia», que significa «convocados» o «reunidos». Así, el nombre de la institución a la que pertenecemos, la Santa Madre Iglesia, refleja nuestra condición de convocados por Dios.
Pasos Fundacionales de la Iglesia
Durante sus tres años de vida pública, Jesús dio una serie de pasos fundamentales que revelaron su voluntad de fundar la Iglesia. Además de la convocatoria de los doce discípulos, hubo otros momentos clave en esta fundación.
Uno de estos momentos fue la designación de Pedro como el príncipe de los apóstoles. En el Evangelio de Mateo, se relata cómo Jesús cambió el nombre de Simón a Pedro, que significa «piedra». Jesús le confirió a Pedro las llaves del reino y le dijo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». Esta designación de Pedro como líder de la Iglesia es un momento crucial en su fundación.
Otro momento fundacional es la institución de la Eucaristía. Así como en el Antiguo Testamento el pueblo se congregaba en torno a la solemnidad de la Pascua, en el Nuevo Testamento Jesús instituyó la Eucaristía como un momento central de la vida de la Iglesia. La Eucaristía es una herencia tremenda que Jesús nos dejó y es entorno a ella que la Iglesia se congrega.
Además, Jesús confirió a los apóstoles la potestad de celebrar la Eucaristía cuando les dijo: «Hagan esto en memoria mía». Con estas palabras, Jesús les dio el poder de celebrar la Eucaristía y los ordenó sacerdotes.
La Venida del Espíritu Santo
Después de la muerte, resurrección y ascensión de Jesús, los apóstoles recibieron la venida del Espíritu Santo. El Espíritu Santo les dio una fuerza especial para llevar el mensaje de Jesús a los cuatro puntos cardinales. Aunque no lo tenían fácil, los discípulos estaban dispuestos a ir a todas partes para transmitir el mensaje de salvación. A pesar de las dificultades y persecuciones, los discípulos se multiplicaron y los cristianos se fueron formando con la sangre de los mártires.
El Concilio de Jerusalén
En el año 49, tuvo lugar un concilio importante en la vida de la Iglesia: el Concilio de Jerusalén. En este concilio, los apóstoles se reunieron para discutir un tema crucial: la relación entre los judíos convertidos al cristianismo y la observancia de la ley de Moisés. Pedro, guiado por el Espíritu Santo, declaró que la salvación no viene por la ley de Moisés, sino por la fe en Jesucristo. Este concilio marcó un momento importante en la vida de la Iglesia y demostró cómo el Espíritu Santo guía a la Iglesia en su enseñanza y toma de decisiones.
Persecuciones y Martirio
A medida que el cristianismo se difundía, los cristianos comenzaron a enfrentar persecuciones y martirio. Los romanos no veían con buenos ojos esta nueva religión, ya que los cristianos se negaban a honrar a los dioses romanos y eran acusados de no ser leales al imperio. A pesar de las dificultades, los discípulos no se amedrentaron y continuaron predicando el mensaje de Jesús, incluso en medio de la persecución.
Uno de los momentos más destacados de esta persecución fue el incendio de Roma en el año 64. Los cristianos fueron culpados por este incendio y se convirtieron en blanco de la ira del emperador Nerón. Fueron acusados de prácticas extrañas, como el canibalismo, y de no ser leales al imperio. Como resultado, muchos cristianos fueron llevados al circo máximo y arrojados a las fieras o quemados vivos.
A pesar de estas adversidades, los discípulos no se dejaron vencer. Incluso en medio del martirio, cantaban alabanzas a Jesús y se mantenían firmes en su fe. Su valentía y testimonio fueron fundamentales para la propagación del cristianismo en los primeros siglos.
El legado de los Apóstoles
A lo largo de la historia, la Iglesia ha enfrentado momentos difíciles y desafiantes. Sin embargo, podemos estar seguros de que el Espíritu Santo siempre ha estado presente, guiando y fortaleciendo a la Iglesia. Como Jesús prometió a Pedro y a los apóstoles, las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
A través de los siglos, la Iglesia ha continuado transmitiendo el mensaje de salvación y celebrando la Eucaristía, siguiendo el ejemplo de los apóstoles. A pesar de las persecuciones y los desafíos que ha enfrentado, la Iglesia ha perseverado y ha crecido en número y en influencia.
La fundación de la Iglesia por Jesús y los apóstoles es un momento crucial en la historia de la salvación. A través de la convocatoria de los doce discípulos, la institución de la Eucaristía y la venida del Espíritu Santo, Jesús sentó las bases para la formación de la Iglesia. A pesar de las persecuciones y los desafíos, los discípulos se mantuvieron firmes en su fe y continuaron transmitiendo el mensaje de Jesús.
La Iglesia ha enfrentado momentos difíciles a lo largo de la historia, pero siempre ha sido guiada por el Espíritu Santo. A través de los siglos, ha perseverado y ha seguido transmitiendo el mensaje de salvación. Como cristianos, somos parte de esta historia y tenemos la responsabilidad de continuar el legado de los apóstoles.