¿Qué te motiva a hacer algo? ¿Qué te hace elegir una opción entre varias? ¿Qué te hace cambiar de opinión o de comportamiento? La respuesta a estas preguntas es una sola: los incentivos. En este artículo vamos a explorar el cuarto de los principios económicos. Las personas responden a incentivos.
¿Qué son los incentivos y por qué son importantes?
Un incentivo es cualquier cosa que influye en los beneficios o costos de tomar una decisión, lo cual puede alterar la decisión final de una persona. Los incentivos pueden ser de muchos tipos: monetarios, sociales, morales, legales, etc. Lo que importa es que los incentivos afectan a las preferencias y expectativas de las personas, y por lo tanto, a sus acciones.
Un ejemplo sencillo de un incentivo es el siguiente: una gota de miel atrae más moscas que un barril de vinagre. Esto significa que las personas son más propensas a tomar una acción si los beneficios superan a los costos. O dicho de otro modo, las personas buscan maximizar su utilidad o satisfacción.
Tomemos el caso de mi amigo Carlos. Él llevaba siete años estudiando administración y dirección de empresas en la universidad, y su padre quería que empezara a trabajar. Sin embargo, Carlos no estaba muy motivado para hacerlo. Para tomar una decisión, Carlos comparó los beneficios y los costos. Por un lado, le ofrecían 800 euros al mes por trabajar ocho horas al día. Por otro lado, tenía que renunciar a su vida universitaria, ya que salía los miércoles, jueves, viernes y sábados. Después de analizar los beneficios y los costos, Carlos decidió que no le compensaba trabajar.
Sin embargo, su padre, que era dueño de una empresa, decidió aplicar un incentivo. Le dijo a Carlos que una vez terminara la carrera, comenzaría a trabajar como director de la empresa y su salario aumentaría a 3000 euros al mes. Esto cambió por completo la decisión de Carlos, ya que los beneficios ahora eran mucho mayores. Decidió reducir su vida universitaria y aceptar el trabajo.
Los incentivos como recompensas o castigos
Este ejemplo demuestra cómo los incentivos pueden influir en las decisiones de las personas. No solo se trata de recompensas, sino también de castigos. Por ejemplo, el gobierno puede aumentar los impuestos al tabaco para desincentivar el hábito de fumar. Esto hace que el costo de fumar sea más alto y muchas personas decidan dejar de hacerlo. Este es un ejemplo de un incentivo negativo o punitivo, que busca reducir una conducta indeseable.
Los incentivos como herramientas de las empresas
Las empresas también pueden utilizar incentivos para influir en el comportamiento de los clientes. Por ejemplo, si un bar tiene la terraza llena pero el interior vacío, el dueño podría aplicar un incentivo ofreciendo precios más bajos en el interior. Esto animaría a los clientes a entrar y dejaría espacio para más personas en la terraza. Este es un ejemplo de un incentivo positivo o gratificante, que busca aumentar una conducta deseable.
En resumen, las personas responden a incentivos. Si queremos que alguien modifique su comportamiento, debemos aplicar un incentivo que altere los beneficios o costos de su decisión. Los incentivos pueden ser recompensas o castigos, y son una herramienta poderosa para influir en las decisiones de las personas. Como dijo el economista Steven Levitt: “Los incentivos son la piedra angular de la vida moderna. Y entenderlos, o a menudo, adivinarlos, es la clave para resolver casi cualquier acertijo, desde el violento crimen hasta el deporte y las citas amorosas” (Freakonomics, 2005).
El Poder de los Incentivos
Los incentivos son una fuerza poderosa que mueve el mundo. Son la esencia de nuestras decisiones y acciones, y pueden ser la clave para entender y cambiar el comportamiento humano. Pero, ¿qué pasa después de que hemos comprendido el poder de los incentivos? ¿Cómo podemos aplicar este conocimiento en nuestra vida diaria?
Aquí es donde entran en juego los recursos educativos y las herramientas que nos ayudan a profundizar en estos conceptos y a aplicarlos en nuestra vida diaria. Por ejemplo, el libro «Freakonomics» de Steven Levitt y Stephen Dubner, explora el poder de los incentivos en diferentes contextos, desde el mundo del deporte hasta el de la política. Este libro es una lectura obligada para aquellos que quieren entender cómo los incentivos mueven el mundo.
Además, el curso «Behavioral Economics in Action» en Coursera, impartido por Dilip Soman de la Universidad de Toronto, ofrece una visión profunda de cómo los incentivos y la economía del comportamiento pueden ser utilizados para diseñar políticas públicas y servicios más efectivos.
Recuerda, los incentivos son una herramienta poderosa que puede cambiar el mundo. Y con los recursos adecuados, podemos aprender a utilizar esta herramienta para mejorar nuestra vida y la de los demás.